La conducta es una manera en que una persona puede manifestar sus pensamientos (expresión de la mente) a través de su comunicación con el medio externo. Ésta es regida por las actitudes y motivaciones del sujeto en sus relaciones interpersonales.
La sociedad impone reglas a los eventos o acciones consideradas como normales o anormales, por ende, cuando un individuo expresa una actitud catalogada como normal le permite asimilar las exigencias y retos que ésta designa; todo esto con la idea de mantener un equilibrio en su actuación durante la relación con ese medio, en sus actividades cotidianas y finalmente, con la forma en que se establecen sus metas y necesidades particulares. Las manifestaciones conductuales, calificadas dentro de los parámetros de normalidad, se hacen metódicas ante las respuestas “apropiadas” que las proporcionan, originando una conducta estándar a seguir.
Las manifestaciones conductuales se muestran según la personalidad propia de cada sujeto. Esta pluralidad de conductas es examinada por diversos autores y organizaciones, quienes describen y clasifican las diferentes formas de manifestación utilizando términos y definiciones en relación las hipótesis que las respaldan.
La motivación es, hoy por hoy, un factor importante y está constituida por todos los elementos capaces de producir, mantener y dirigir la conducta hacia una meta; dicho de otra manera, la motivación rige las necesidades y es al mismo tiempo objetivo y acción, por esto son sumamente relevantes las teorías motivacionales.
La conducta humana es un conjunto de comportamientos mostrados por el hombre, quien es influenciado por la cultura, los valores, las frustraciones, los conflictos, las ideas, las creencias, las emociones, la ética, la autoridad, el dominio, los procesos senso-perceptivos y la genética. El comportamiento de cada persona que esté fuera de los parámetros comunes, tienden a ser justificados por diferentes motivos. Esta conducta se inscribe según las teorías motivacionales que la representan y a su vez esta motivación es el impulsor necesario para que se produzca una acción o bien para que ella se retraiga.
Por todo esto, al estudiar una conducta específica se considera el estímulo o el entorno que provoca las perturbaciones momentáneas de las funciones y la ocurrencia de respuestas, para dar paso a un estudio de la motivación (sin acudir a términos cognitivos). En este aspecto también intercede la personalidad, la cual no es un elemento que puede comprarse o encontrarse a la vuelta de la esquina, pues cada persona posee su propia personalidad aunque ella no sea un determinante sino más bien una característica que puede ser restructurada y modificada con el tiempo y la influencia de diferentes factores.
La personalidad que desarrolle un individuo es un componente taxativo en su integración en la sociedad y ayudará a su permanencia en el tiempo de acuerdo a las distintas situaciones que se aborden y a su desenvolvimiento en la cotidianidad, donde estarán siempre presentes las distintas manifestaciones conductuales.
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